¿Hay otros Mundos?

        Pomponio Mela, contemporáneo de Plinio (s. I d. de C.) mantiene la teoría de que existe un continente en el Hemisferio Sur similar al del Hemisferio Norte, es decir, en las antípodas; un continente al que llama Antichthonas, tal y como se puede ver en la reconstrucción de su mapa:  

Recontrucción del mapa de Pomponio Mela (s. I d. de C.)
  
          Dicho continente responde a la necesidad de establecer una simetría entre las tierras del orbe. Sin embargo fue Crates de Malos (fl. c. 150 a. C.) quien, con anterioridad, estableció la teoría de la simetría de los continentes.
           Crates de Malos (s. II a. de C.) visitó Roma como embajador del rey Átalo quien lo envió al Senado romano en agosto del año 159 a. de C. Durante su estancia se rompió una pierna visitando una cloaca. El periodo de convalecencia lo aprovechó para dar lecciones en la Urbe (Dilke, Green and Roman maps, p. 36). Crates construyó un globo terráqueo a escala de la Tierra en el que supuso la existencia de tres continentes más, cuya masa equilibraría la de la ecumene o mundo habitado: los llamó Periecos, Antípodas y Antecos y los situó donde hoy están, respectivamente América del Norte y Sur mientras el tercero sería un continente Austral. La presencia de esta Terra Incognita será constante en la cartografía, a partir de entonces. (Estrabón, Geografía  I 2.24).



El mundo según Crates de Melos.
Reconstrucción hipotética de Dilke (s. II a. de C.)
          La teoría de Crates está inspirada en Homero pues este autor defiende que la acción de la Odisea se tiene lugar en el Atlántico -en concreto el viaje de Menelao que se desarrollaría entre Gades y la India-. Lo cierto es que, una vez que Eratóstenes redujo el tamaño de la tierra habitada a una cuarta parte de toda la Tierra, la consecuencia lógica era que existieran otros mundos habitados. A partir de ahí la simetría hizo el resto (Molina Marín, Geographica, p. 201).
           Regresando al ámbito romano, y con posterioridad a Mela, Macrobio (s. IV-V) en el Comentario al Sueño de Escipión V 23 también se hace eco de esta teoría: expone que existían más continentes, a los que llamaba mundos, además de la tierra habitada. Según este autor, dichos mundos estaban situados, cada uno, en una parte del globo, simétricamente a los nuestros. Sostiene que, si en la Tierra conocida hay vida, también tendría que haber en los mundos opuestos al nuestro (Comentario al Sueño de Escipión V 24-27).

            En realidad la teoría de Macrobio también se basa en la de los cuatro mundos habitados que ya había formulado Crates de Malos. Esta teoría se basa en la simetría: si en el Hemisferio Norte existen dos mundos habitados (Asia por un lado y Europa-África por otro) es lógico pensar que en la zona templada del hemisferio Sur también existan dos continentes similares a los nuestros, separados por un supuesto Océano que discurre a lo largo del Ecuador.

El mundo según Macrobio, Comentario al Sueño de Escipión 32-37



Mapamundi del Océano y las regiones habitadas
según Macrobio Comentario al Sueño de Escipìón II 9, 1-7
 (Macrobio, Comentario al Sueño de Escipión,
trad. Fernando Navarro, Gredos, 2006, p. 384).


            Lógicamente, no todos estaban de acuerdo con la idea de Macrobio. San Agustín, en su Ciudad de Dios XVI 9,  negaba cualquier esperanza de vida en otros mundos, y ni siquiera llegaba a aceptar del todo que existieran otros continentes. Hay que pensar que en su época se creía que a lo largo del Ecuador existía un Océano innavegable a causa de las altas temperaturas y la inexistencia de vientos. Por otro lado, como buen romano, consideraba que ninguna tierra podía escapar al dominio romano así que lo más fácil era negar su existencia. S. Agustín, para defender su posición argumentaba basándose en la historia sagrada.

            Por su parte, Plinio el Viejo simplemente negaba la existencia de vida en los polos, basándose en la temperatura de éstos y en las historias que existían sobre ellos. (Plinio el Viejo, Historia Natural II 172).

              Las ideas de Crates, Mela y Macrobio influyeron en la Imago Mundi (1410) de Pierre D´Ailly. En efecto, en esta obra, se defiende la existencia de una tierra habitada, entre el trópico y el círculo antártico, semejante a la nuestra y en la que viven los antípodas (Imago Mundi, p. 41).



Mapa mundi según Imago Mundi de Pierre
D´Ailly (Biblioteca Nacional Francesa). En rojo los 
continentes: Europa, África en el este; Asia, India, 
en el Oeste
          Esas tierras existían, aunque se descubrieran mucho tiempo después. Australia fue descubierta por el marinero portugués (al servicio de la corona española) Luis Váez de Torres en 1606; en la misma fecha Pedro Fernández de Quirós tomó posesión para España de todas las tierras al Sur hasta el Polo, en la isla de Vanuatu, pensando que se trataba de la Terra Incognita. No obstante la colonización de Australia se llevó a cabo por parte inglesa a partir del s. XVIII.