Tule, la isla misteriosa

          Muchos son los autores que nos dan noticia de esta remota isla. Ya Virgilio se hacía eco de la isla llamándola Ultima Thule, “último extremo del mundo” (Geórgicas I 30). 


          Fue descubierta por Piteas de Masilia (Marsella), marino griego que, mientras realizaba uno de sus viajes en alta mar, descubrió una lejana tierra a la que llamó con el nombre de Tule.
Parece ser que este nombre deriva de la raíz germánica dhul- ´detenerse a descansar` y, en efecto, Piteas indica que es el lugar donde el sol se detiene a descansar.
          Eratóstenes (según noticia de Estrabón, Geografía, II 5, 43) la situaba al NO de Britania en su primer mapa, en función del marino griego. Pero Estrabón no da fiabilidad a la información de Piteas (Geografía IV 5,5; II 4,1). Es lógico: el punto de vista romano difícilmente acepta territorios más allá de sus dominios. Estrabón, en contra Piteas, trata de preservar la fama de César, al que considera que fue el primero en llegar hasta Britania, así como la de Augusto, que preparaba expediciones a Germania y Britania. Pero hoy día se considera que la expedición de Piteas fue real y que tuvo lugar hacia el 330-320 a. de C. (según nos dice García Ramón, nota 239 a su edición de Estrabón, Geografía, Gredos, 1991).


Localización de Tule en el mapa del mundo romano de Julio Honorio (s. V),
según Kubitchek (1886).


          A pesar de acusarlo de nula veracidad, Estrabón nos informa de que, según Piteas, Tule está a seis días de navegación desde el Norte de Britania (Geografía I 4, 2). Pero ¿qué distancia es ésta? Tenemos que saber que una nave romana podía recorrer en un día, en función de si tenía viento a favor o en contra, de las corrientes o la pericia del piloto, entre 500 y 900 estadios, según el geógrafo Marciano de Heraclea (Canfora, Luciano, El viaje de Artemidoro, La Esfera de los Libros, Madrid, 2010, p. 76). Escogiendo el valor medio (700 estadios), un navío romano podía hacer unos 129 Km. diarios que en seis días se convierten en 774 km. Por otro lado, Ptolomeo nos informa de que la isla tenía unas dimensiones de 135 km de largo por 54 de ancho, formando un rombo perfecto.


        García Ramón (nota 305 a su edición, de Estrabón, Geografía, Gredos, 1991, p. 493) habla de la posibilidad de ubicar a Tule en la remota Islandia teniendo en cuenta su proximidad al Círculo Polar, pues la sitúa a 46.000 estadios del ecuador (según Geografía I 4, 2), es decir, a 66º N, que es la latitud de Islandia. En efecto, las noches de dos horas de que habla Piteas se corresponden con una latitud de 65º 30´. Plinio también apunta a esa latitud (Historia Natural  II 186), según Aujac, (“L´île de Thulé, de Pytheas à Ptolémée”, Gégraphie du monde au Mogen Age, CTHS, París, 1989, p. 188). Teniendo en cuenta que la distancia a Islandia está en ese radio de navegación de seis días, -desde Britania-,  podría tratarse de esta isla. La descripción que hace Estrabón de sus aguas a punto de congelación donde es difícil navegar también apoya esa tesis (Geografía II 4, 1).

          Sin embargo las Feroe (a unos 600 km.) están bastante más cerca y podría ser otra localización aunque no coincide con la latitud.

Ubicación de las islas Feroe en relación a Islandia y Noruega

            También se ha planteado localizar Tule en la costa de Noruega a menos de 1.000 km, con buenas corrientes para la navegación de ida y vuelta y cercana a la ruta del ámbar. La descripción de Procopio, -ya en el s. VI-, (Guerra de los Godos VI 15) parece coincidir con esa ubicación. También la de Pomponio Mela cuando habla de una enorme isla frente a la tierra de los escitas (a los que llama belgas: Corografía III 47) y cerca de Escandinavia a la que considera otra isla (Corografía III 44). Sin embargo la contradicción con Estrabón, está en que este último habla de una isla deshabitada (lo mismo que el tardío Pseudo-Ético, Cosmografía, 38), la última de las Islas Británicas, lo que no coincide con Noruega, tierra habitada desde antiguo. 

            Tácito, (Agrícola X 4) en un texto en que cuenta que la flota de Agrícola rodea Britania y llega a las Órcadas, parece identificar a Tule con alguna isla cercana a las Órcadas. Puede tratarse de las Shetland, pero si es así, Agrícola se equivoca pues estas islas no se encuentran a seis días de navegación de Britania sino muchísimo más cerca.

Representación de la isla de Tule en la carta de Olaus Magnus (s. XVI)

       Sin embargo, volviendo a Plinio (Historia Natural VI 104), este autor distingue claramente a Tule de Escandia (¿Escandinavia?) y la sitúa cerca del punto en que las aguas de los mares se congelan de modo que parece referirse a Islandia.

          Quizá debamos terminar por concluir con Aujac (“L´île de Thulé, de Pytheas à Ptolémée”, Gégraphie du monde au Mogen Age, CTHS, París, 1989 p. 190) que la Tule de Piteas, alimentada por el sol de medianoche y en las fronteras del círculo polar y del mar helado solo es una isla misteriosa fruto de la imaginación de los hombres, un caso límite de una cartografía imaginaria. O quizá sea mejor decir con García Ramón (nota 305 a su edición de Estrabón Geografía, Gredos, 1991, p. 493) que las noticias de Piteas se refieran a un conjunto de tierras más al norte en un territorio que abarcaría desde Noruega hasta Islandia.

          Una última cuestión en relación a si los romanos estuvieron o no en la famosa isla. Hemos encontrado, hurgando en historiadores menores, un texto en el que se afirma que un romano estuvo allí: Galo Victorino, gobernador de Britania en 408 d. de C., de quien Rutilio Namaciano dice textualmente que “Océano es sabedor de sus cualidades (se refiere a Galo Victorino) y también Tule” (El retorno 499-500). Claro que Rutilio parece hablar más en sentido figurado.

            En 1818, cuando se descubrió a los esquimales, se pensó en la isla de Tule, (según Aujac,, Ibid.) podemos ver en lo que demuestra que hasta nuestros días esa isla ha seguido encantando a la imaginación de los hombres.